Hablar de Nuevas Tecnologías es referirse a los multimedia, la televisión por cable y satélite, al CDROM, y a los hipertextos donde su materia prima es la información (Cabero, 1996). Para efectos de
esta presentación se consideran nuevas tecnologías6 esencialmente las computadoras y los programas informáticos que permiten el acceso a redes, básicamente porque los avances tecnológicos, han dado a la computadora un protagonismo como instrumento pedagógico ya que permite
el acceso a grandes cantidades de información.
Son crecientes las investigaciones relacionadas con las redes de comunicación y el correo electró-
nico. Llama especial atención el énfasis existente en el estudio de la interactividad7 (particularmente desde entornos educativos), referida a distintos fines, paquetes y formatos de aprendizaje.
En este sentido, una de las clasificaciones más útiles que ha surgido para poder estudiar a los medios se refiere a las posibilidades de interacción o "réplica" que presentan. Así, se habla de medios de "una vía" y medios de "dos vías" (Bates, 1995), para diferenciar aquellos que operan bajo
un esquema técnico y comunicacional basado en el flujo de información del emisor al receptor,
pero no a la inversa, y aquellos que permiten esa reversibidad (Morales, 1999).La interactividad permite el desarrollo de procesos de comunicación e intercambio entre los sujetos rompiendo barreras temporales y espaciales, por tanto, el medio está jugando un papel socializador.
Es entonces que en los sistemas educativos las computadoras desempeñan principalmente tres
funciones: la función tradicional de instrumento para que los alumnos adquieran un nivel mínimo
de conocimientos informáticos; la de apoyar y complementar contenidos curriculares; y, la de medio de interacción entre profesores y alumnos, entre los mismos alumnos y entre los propios profesores.
La incorporación de medios por consiguiente, obliga a los usuarios a tener una alfabetización tecnológica (Beynon y MacKay, 1993) lo cual se logra teniendo acceso a lecturas e ideas relacionadas
con el uso de la tecnología; adquiriendo un marco de referencia tecnológico amplio que le permita saber por qué está haciendo lo que hace y por qué no hace otras cosas. Es importante que el
estudiante y el docente se sientan seguros en su habilidad para apropiarse de la tecnología. Es recomendable que cuando sea posible, reflexionen acerca de su propia experiencia tecnológica, para no caer en la copia de modelos de implementación ajenos.
La alfabetización tecnológica no puede dejar de lado aspectos como el lenguaje, el aprendizaje, el
conocimiento y la cultura. En este sentido, ya no será suficiente que los alumnos universitarios sepan leer con sentido para interpretar y apropiarse de los conocimientos, tendrán que llegar con
habilidades que les permitan otros modos de relacionarse con las nuevas tecnologías, es decir, en
sus empatías cognitivas y, expresivas con ellas, y en los nuevos modos de percibir el espacio y el
tiempo (Barbero, 1999).
Si bien es cierto que el trabajo en redes genera procesos de interacción y de diálogo entre personas donde la información se resignifica mediante el intercambio de mensajes con otros, no debemos olvidar que el medio por sí mismo no hace de los estudiantes mejores aprendices, su incorporación requiere modelos de uso muy claros de manera que permitan la apropiación de los contenidos presentados.
Disponer de equipos y de aplicaciones no es garantía de utilización, ni de que el uso que se haga
sea el óptimo, o el más adecuado. Representa para el profesorado un trabajo extra en la planificación y gestión de la enseñanza (Sancho, 1998).
Debemos comenzar por entender que la tecnología transforma nuestra relación con el espacio y
con el lugar, la tecnología permite relocalizar el aprendizaje en conexión con el mundo. Esta dispersión de poderes es lo que los expertos señalan como un potencial que brinda esta tecnología
al ámbito educativo, ya que los educadores y los aprendices podrán generar sus propios estilos,
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